FALSOS RETRATOS

Por: Luis Carlos Emerich 1997

---Estos retratos sólo resultan “falsos” en la medida que Héctor de Anda les impuso un formato regular, para encuadrarlos tal vez como una serie de close-ups de una sola persona en un mismo rollo anímico-fotográfico, o a manera de ventanas estándar para el imprecisable edificio humano, o como ventanillas de un tren existencial en movimiento, fijando un solo patrón para lo que se vive mejor por sorpresa y sin medida. Esta norma o artificio necesario sirve de pauta para esa su obsesión por descubrir intensidades vitales en las veleidades fisonómicas (propias o extrañas), a base de alejar o acercar la mirada a un rostro que igual emerge que desaparece en la materia ambiental que lo conforma, como memoria de un tiempo imprecisable o como un abstracción pictórica.

---Hay razones para crecer que este tren de vida significada fugazmente en una sola cara constituya tan sólo un marco de referencia para algo más intenso que la mera destreza para abstraer espejos del alma. Y tales razones serían la presencia del blanco grisáceo de la ceniza en los marcos de estos retratos y el negro de la madera a punto de ser consumida por el fuego en tos objetos totémicos que los acompañan. Si a esto se añaden las interrupciones de la serie de retratos mediante suertes de estaciones representadas por las obras de mayor formato (cuyos esgrafiados aluden a la exportación interna del cuerpo humano y los monumentos a su caducidad), el tono ritual adquiere un carácter funerario que, gozosamente, conjuga la sabrosura de pintar, construir y celebrar la vida confiriéndole dones plásticos a la materia desechada.

----Retratos fugaces de todos y de nadie, probables autorretratos atónitos ante lo ineludible y objetos consumados antes de consumirse, en conjunto, obran estéticamente creando una atmósfera -- fina niebla que separa la vida de la muerte, y la fatalidad de su memoria — donde el arte es una forma de aprehender en pequeño la eternidad.

Serie - Falsos Retratos

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